¿Han soñado con viajar por el mundo y probar cada bocado de comida que existe? Si la respuesta es sí, entonces son orgullosamente de los míos. Mi primer viaje fue a la majestuosa España, contaba con poco dinero pero con unas inmensas ganas de conocer cada pequeño rincón; particularmente me llamó la atención un café en Madrid, cuya decoración retro llamó tanto mi atención que no lo pensé dos veces para entrar y allí me recibieron con una atención de otro nivel. Su platillo del día era a base de embutidos y decidí acompañarlo con un café, cada majestuoso sabor me llevó a recordar cuando cada domingo durante la merienda, mi madre nos llevaba a la habitación una rebanada de pan tostado con embutidos de
Artemonte
y una taza de café. ¡Allí fue cuando me enamoré de ése lugar! Siempre he compartido la idea de que si un platillo te lleva a la infancia, entonces ése lugar se convierte en tu favorito. ¿Les ha pasado?