Cogeremos una tapa de un bote de pintura de igual o mayor diámetro que la longitud del rodillo. Mediante un formón y un martillo haremos un orificio en su centro. Nos ayudaremos de unos alicates para ampliar su diámetro hasta coincidir con el del mango. Introduciremos el rodillo en la tapa y sellaremos con cinta aislante la unión, tanto por su parte superior como la inferior, evitando cualquier filtración de la pintura. Evidentemente, la parte cóncava de la tapa ha de mirar hacia el techo. Si se dispone de una tapa transparente, mucho mejor.